Por Marcelo Langone, Arquitecto y Corredor Inmobiliario
Bastante hemos hablado de la pandemia y los efectos que ha generado en la relación de la gente con su vivienda. Y generalmente las conclusiones vienen por el lado de la nueva revalorización de los espacios al aire libre, algo totalmente entendible. No obstante, me gustaría agregar otro factor que me parece relevante y que se relaciona con la calidad de vida.
¿Cuántas veces entraste a una vivienda y sentiste “algo diferente” que no sabes explicar muy bien? Una sensación que tiene que ver con el sentirte a gusto, con ganas de quedarte y relajarte. Muchas veces esa “sensación” viene por un atributo de la propiedad no siempre destacado como corresponde: los techos altos
Para comenzar definamos que entendemos por “techo alto”. Son los techos que tienen una altura superior a la reglamentaria de 2,60 m. que es la que determina el código de planeamiento urbano para los ambientes de primera categoría, es decir el estar, comedor y los dormitorios.
Podemos dividir las viviendas con techos altos en 3 niveles:
- Techos de entre 2,80 m. y 3,00 m. Generalmente encontrados en edificios racionalistas y de cierta categoría de la primera mitad del siglo XX.
- Techos entre 3,00 m. y 4,00 m. Aparecen en inmuebles de cierto estilo, como el francés, arte decó o art noveau. También en edificios de arquitectura más popular de fines del siglo XIX y principios del XX llamados tradicionalmente “casas chorizo”, hoy comercializados como PH.
- Techos de doble altura. Los encontramos en edificios más emblemáticos, institucionales, petit hoteles y en construcciones adaptadas de la arquitectura industrial reconvertidos en lo que hoy llamamos “lofts”. La buena arquitectura contemporánea también ha utilizado el recurso de la doble altura y el balconeo de un espacio superior a otro inferior para resaltar la importancia de ciertos ambientes.
Veamos algunos beneficios que brindan las viviendas con techos altos:
- Calidad espacial:
Hablamos de un intangible que tiene que ver con la percepción, algo que no todos “sentimos” de la misma forma. La “espacialidad” tiene que ver con la relación entre la forma, la estructura, su dimensión y las proporciones. Veamos un ejemplo. Podemos decir que un ambiente de 10 m2 de superficie con una altura de techos de 3,00 m puede tener buena calidad espacial pero esa misma altura de techos para una superficie de 200 m2 genera una mala calidad espacial.
- Calidad de vida:
Vivir espacios más confortables desde lo espacial, mejoran nuestra relación con los ambientes y eso repercute en una calidad de vida más armónica. Por otra parte al aumentar el volumen mejora la circulación de aire y desaparece la sensación de encierro. Estos espacios invitan a quedarse fomentando el encuentro, las actividades sociales, la reflexión y la creatividad.
- Iluminación y vistas:
Las techos altos implican también tener ventanas más grandes y altas, generando una mejor iluminación (cuanto más alta son las ventanas, mejor disipan la luz en el ambiente) y complementariamente unas mejores vistas que proyectan el espacio interior en el exterior brindando una sensación de mayor amplitud.
- Personalización:
Los techos altos implican también más superficie de paredes y mayor altura de éstas. Esta característica abre un abanico muy interesante de posibilidades que permiten sumar soluciones creativas, innovadoras y a gusto de públicos muy diversos. Desde la posibilidad de colgar grandes cuadros en las paredes, colgar artefactos de iluminación de diseño, armar bibliotecas en altura con escaleras, hasta las estrellas más codiciadas que son los entrepisos. Estos, además de incorporar más metros cuadrados a la unidad, son aprovechados para los más diversos usos, que van desde los lugares de guardados (principalmente en los pasillos) hasta ambientes de estar, dormir o entretenimiento, algunos con un agregado adicional que es el balconeo al espacio principal.
Claramente el alto valor de la tierra urbana a llevado a los desarrolladores, desde hace un tiempo, a exprimir el código de planeamiento urbano. Por ello se priorizó sacar la mayor cantidad metros cuadrados vendibles (con la altura reglamentaria), en detrimento de productos inmobiliarios que valoren la calidad espacial (con techos más altos) que muchas veces sólo se destinan al segmento Premium.
No obstante hay en el mercado productos muy interesantes como hemos visto al principio de la nota que valen la pena destacar y considerar. Los techos altos no son una característica más de la propiedad sino una característica muy relevante, un beneficio que le aporta valor no sólo valor estético y espacial sino también inmobiliario. Claro está, dependiendo de la ubicación en dónde se encuentren.